José Duberney Quintero Rentería, de 70 años de edad, dejó de existir en esta ciudad luego de presentar un paro cardiaco el pasado lunes 18 de Mayo hacia las 4:25 en la tarde. Él se encontraba recluido en el Hospital San José de esta ciudad desde hacía 8 días, a raíz de las complicaciones de salud que últimamente presentó. Es recordado porque fue uno de los pioneros de la Carpintería al lado de Álvaro Lozano de la Ebanistería Lozano; se inició en la carrera 16 No. 12-25, allí en lo que fue una vieja y gran casona, fabricó centenares de muebles para el hogar, la oficina, puertas, ventanas, y muchos artículos en madera, en realidad le puso el corazón y sentido social a este arte, que completa ya tres generaciones, la de su padre Jesús María Quintero, la del fallecido y ahora que continuará con sus hijos. Desde hace 53 años había construido el hogar al lado de la señora Martha Cilia Pérez; en sus ratos libres gustaba recorrer el centro de Buga, admiraba las viejas casonas con sus enormes ventanales en madera, y luego departía unas cervezas con sus amigos y relacionados. Fue un hombre de sanas costumbres, dedicado a la familia, despegado de las cosas materiales, fue un eterno tomador del pelo, como le recuerdan sus amigos; la frase que solía mencionar era: “están pasmaos y pelaos”, cuando llegaba de tomarse unas cervezas y se encontraba con los amigos cerca de la casa.Los trabajos de carpintería eran totalmente a mano y de manera artesanal pero conservando los mejores detalles, como todo un artista, su esposa recuerda que fue el almacén Lecoz, el cual le abrió las puertas al mercado.
Era un gran enamorado de la vida, gustaba escuchar tangos y la Sonora Matancera. Atrás quedaron esos recorridos que hacía por el “Betinoti”; sus recuerdos quedan en sitios de acogida popular como el Café Brasil, el Volga, entre otros, con grandes amigos como: Humberto Vásquez, Guillermo Soto, Alberto Arias, Mauro López, Jaime González, Hermeregildo Gutiérrez Fontal, ellos, entre otros, aprendieron a su lado el arte de amar lo que se tiene y la dedicación al trabajo.
Hoy ese recuerdo de lo que fue el esposo, padre, hermano, compañero, amigo y vecino, queda en las memorias de quienes le valoraron y con lagrimas en los ojos le acompañaron hasta su última morada. Paz en su tumba.
Sus familiares agradecen las manifestaciones de pesar recibidas por su sensible fallecimiento.
