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9.16.2013

Bugueños marcharon pidiendo justicia por Alejandra

Se encontraba emocionada porque estaba cerca de su grado. “Se fue el motor de nuestras vidas”, dijo su papá don René, al describir el triste hecho que enluta a su hogar.

Redacción Buga
El Periódico

Hacia las 8:00 de la mañana del pasado jueves 12 de septiembre, más de un centenar de personas se dieron cita a la convocatoria hecha por los medios de comunicación de Buga, a la misa para orar por el eterno descanso del alma de la niña Alejandra Pulido Vásquez de tan solo 8 años de edad, quien perdió la vida en un trágico accidente de tránsito, mientras jugaba en el andén de su residencia ubicada en la calle 4sur entre carreras 16 y 17 del barrio Santa Rita, al suroccidente de Guadalajara de Buga.
La noche anterior a los oficios religiosos, un fuerte aguacero se registró en este sector del Valle del Cauca, como en señal de duelo por el fatal acontecimiento que ha venido siendo dilatado por la justicia colombiana.
Pero al amanecer del jueves, el trinar de los pájaros que se posaron sobre los frondosos árboles donde se ubica la capilla del barrio Santa Rita, despertó a los moradores quienes se alistaron a cumplir la cita.


CÁNTICOS CELESTIALES PARA LOS OIDOS DE ALEJANDRA
En el púlpito, los oficios religiosos por parte del presbítero Pedro Nel Giraldo, sacerdote eudista, capellán de la Universidad Minuto de Dios, exhortaban a los feligreses apoderarse de la sabiduría del dador de la vida y dejar que la justicia terrenal cumpla su misión de poner freno a la cólera de quienes abusando de su estado natural, atropellan la creación Divina, dejando un completo derrame de lágrimas, sufrimientos y desconsuelo. Porque en el seno de los cielos ha sido recibido este pequeño angelito, quien desde ya está sentada a la diestra de Dios Padre.
Al terminar la Homilía, los acompañantes se dispusieron en una marcha pacífica que salió del barrio Santa Rita, hizo su tránsito por el Comando de la Policía, con cantos de alabanza y oraciones por las madres de familia; mientras otras personas portando pancartas, globos y flores de color blanco, anunciaban su descontento por las actuaciones irresponsables de quienes al volante, se olvidan de respetar la vida de las personas que se encuentran en la vía.
Con pancartas donde se rechaza conducir vehículos automotores en estado de embriaguez o hablando por celular, los bugueños pidieron justicia y pronta respuesta a estos actos.


SUS COMPAÑEROS DE COLEGIO Y AMIGUITOS TAMBIEN SE PRONUNCIARON
Los niños también se unieron al clamor de los adultos, ellos en medio de su inocencia, comprenden verdaderamente el valor de la vida y sienten el profundo dolor de los padres de Alejandra por la pérdida irreparable, con ellos también los estudiantes del Colegio Mayor Ciudad de Buga, los compañeros de Patín Club, donde Alejandra dejó una huella imborrable más que las marcas deportivas.



SUS RECUERDOS RONDAN POR TODA LA CASA TERRENAL
En su casa, el uniforme de la pequeña niña de 8 años quedó colgado en su armario, el pasado lunes 2 de septiembre habría empezado a cursar quinto de primaria en el mismo plantel donde adelantó la preparatoria, bajo la dirección del Especialista Fernando Correa, quien implorando al dador de la vida justicia, no sale del asombro del hecho.
Era la segunda y menor de dos hermanos en el hogar conformado por la pareja de esposos Francy Helena Vásquez Osorio, contadora pública y ama de casa, y René Alejandro Pulido Bohórquez, Antropólogo; compartió su primera etapa de la vida con su hermano mayor Jonathan, era la niña adorada del hogar, cariñosamente le decían “La gordita” porque cuando pequeña esa era su contextura, aunque la Mamá le decía “reinita” y su Papá le llamaba “muñequita”.
Era amorosa, tierna, respetuosa amigable, muy educada, de sanas condiciones, siempre permanecía en casa con sus padre estudiando, leyendo y dialogando con sus seres queridos, es un gran vacío que jamás se podrá llenar de nuevo.

ABRIGADOS EN LA ESPERANZA DIVINA


Como implorando perdón al Dios de los Cielos, sus progenitores René Alejandro y Francy Helena, no encuentran sosiego en sus vidas después del desenlace fatal, y unidos a la Cruz donde el hijo del Hombre entregó su vida, claman justicia para que este crimen no quede impune, a la vez esperan que el amor de padres de quienes fallaron en este brutal accidente les guie por el sendero para que acepten sus culpas; allí, regocijados con los cánticos, oraciones y el nutrido acompañamiento de los medios de comunicación,  los habitantes del barrio, sus amiguitos, cuerpo directivo y docentes del Colegio Mayor Ciudad de Buga, la fuerza pública, los Agentes de tránsito y más de un centenar de personas, rechazan de plano estos actos de indolencia contra la vida.

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