El Periódico
Desierta se ve la esquina de la calle 7 con carrera 12, solitaria aunque se vean personas, pero falta su ocupante tradicional quien por 36 años deleitó a chicos y grandes; falta “el señor de los churros” como muchos lo conocían en Buga y quien ya no volverá a endulzar los labios con la tradicional fritura que a pequeños y grandes enseñó a conocer y disfrutar, pues don Jair Delgado Ocampo, a sus 80 años, falleció en la noche del jueves en su residencia del barrio Paloblanco.
Jair llegó a la ciudad de Buga en sus años mozos junto a su esposa Ayde Giraldo, y sus tres entonces pequeños hijos, una niña y dos varones, procedentes de la ciudad de Armenia en busca de forjarse un mejor futuro para toda la familia. Después de instalarse, el acucioso hombre se enganchó a trabajar con un ingenio de la región donde laboró por algunos años cuando decidió retirarse e iniciar su trabajo como independiente. Su hija conto: “él le compró el carrito de los churros a un señor hace 36 años y se ubicó a trabajar en ese mismo sitio donde permaneció hasta sus últimos días, pagaba su impuesto al municipio, y nunca fue desalojado”.
Jair se ganó el cariño del pueblo bugueño, por su amabilidad y su carácter de servicio, con su trabajo formó sus hijos, y junto a su esposa dieron un techo digno a la familia que hoy consternados lloran su partida, pero orgullosos de haber contado con un ser lleno de valores y amor que compartió con sus tres hijos, sus tres nietos y su esposa, quienes lo llevaran en sus corazones por siempre.

Oh Amante de almas, Tú no das como el mundo da. Lo que das no quitas, pues lo que es Tuyo también es nuestro, puesto que somos tuyos, y Tú eres nuestro.
La vida es eterna, el amor es inmortal; la muerte no es más que horizonte, y el horizonte no más que límite de nuestra visión.
¡Levántanos, oh Poderoso Hijo de Dios, para poder ver más allá; enjuga nuestros ojos para mirar con luz más clara; acércanos a Ti para sentirnos junto a Ti y hallarnos cerca de nuestros queridos seres que están contigo!
Y mientras preparas un lugar para nosotros, prepáranos a nosotros también para esa tierra feliz, porque donde estés, estemos nosotros también, por siempre. Amén”. Paz en su tumba