Redacción Caicedonia
El Periódico
Gran consternación causó en este municipio la violenta forma como hombres desconocidos le quitaron la vida al joven Edwin Alberto Vaquero Zabala de 26 años el día 11 de septiembre en horas de la mañana, cuando se encontraba en un taller de motos de su propiedad ubicado en la carrera 14 sobre la variante. Allí llegaron dos individuos a bordo de una motocicleta quienes le dispararon al mecánico saliendo del sitio, dos proyectiles lo alcanzaron, uno se alojó en un brazo y el otro en su cara muy cerca a su ojo, y que al parecer fue este el que le pudo hacer mas daño y causar su muerte en el sitio de los hechos.
En el municipio existe unanimidad en el concepto sobre la muerte del joven, que se atribuye a una equivocación por parte de los sicarios.
Edwin era un hombre totalmente entregado a Dios y a su familia, pertenecía desde hacia siete años a la Iglesia Cristiana, y según los testimonios no tenía problemas con nadie, ni había manifestado amenazas contra él.
La victima era hijo de Miriam Zabala, se encontraba casado con la señora Damaris y deja una parejita de hijos, era natural de caicedonia, donde fue sepultado en medio del dolor de su familia. Sus amigos y clientes lo acompañaron masivamente hasta su última morada.
"Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia". Filipenses 1, 21.
El Periódico
Gran consternación causó en este municipio la violenta forma como hombres desconocidos le quitaron la vida al joven Edwin Alberto Vaquero Zabala de 26 años el día 11 de septiembre en horas de la mañana, cuando se encontraba en un taller de motos de su propiedad ubicado en la carrera 14 sobre la variante. Allí llegaron dos individuos a bordo de una motocicleta quienes le dispararon al mecánico saliendo del sitio, dos proyectiles lo alcanzaron, uno se alojó en un brazo y el otro en su cara muy cerca a su ojo, y que al parecer fue este el que le pudo hacer mas daño y causar su muerte en el sitio de los hechos.
En el municipio existe unanimidad en el concepto sobre la muerte del joven, que se atribuye a una equivocación por parte de los sicarios.
Edwin era un hombre totalmente entregado a Dios y a su familia, pertenecía desde hacia siete años a la Iglesia Cristiana, y según los testimonios no tenía problemas con nadie, ni había manifestado amenazas contra él.
La victima era hijo de Miriam Zabala, se encontraba casado con la señora Damaris y deja una parejita de hijos, era natural de caicedonia, donde fue sepultado en medio del dolor de su familia. Sus amigos y clientes lo acompañaron masivamente hasta su última morada.
"Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia". Filipenses 1, 21.