Redacción Tuluá
El Periódico
Hacia las 10:30 de la mañana del martes 13 de octubre, cuando la mayoría de niños en el barrio Cervunión de Bucaramanga se alistaban para darse un ‘chapuzón’ en el baño comunitario antes de irse al colegio, una ráfaga retumbó por entre las maltrechas casas de madera.
"Me tiré al piso y enseguida pensé en mi nietecito que había salido para el baño comunitario", relató un poco asustado un anciano.
Lo que no creía presenciar el señor Marcelino de tan solo 80 años de edad, cuando salió a la puerta de su casa, la número 30, fue un muerto, el primero en su largo trasegar, tal como el lo relato.
Bajo la sombra de un inmenso árbol de caracolí, boca arriba, muy cerca de una enorme piedra, estaba tendido el cuerpo del tulueño, Jhon Didier Manrique. Según una conocida de la víctima, él había llegado con su mujer a la ciudad y había salido a visitar a unos familiares cuando fue atacado por un antisocial.
Del homicida las autoridades tienen información de un hombre moreno, alto, quien huyó de lugar a bordo de un taxi. El sujeto se bajó en la Avenida Quebrada seca y se cambió la camisa.
En el levantamiento del cadáver, las autoridades le hallaron al tulueño en la pretina del pantalón, un revólver calibre 38 largo, que ni siquiera alcanzó a utilizar.
"Quién sabe por qué vendría hasta aquí, pero le ganaron de mano, porque en este barrio nadie lo conoce", comentó un habitante del sector.
Una gorra verde quedó a su lado derecho, mientras sus manos trataron de cubrir la cabeza, por donde entraron varios impactos de proyectiles. Debajo de la camisa blanca, una mancha roja comenzó a esparcirse con rapidez, hasta que tiñó la tierra y la prenda que portaba de manera impecable Jhon Didier. En uno de los bolsillos tenía los documentos y 37 mil pesos que llevaba; así como en el lado derecho ‘escondido’ en la pretina del pantalón, estaba un revólver con permiso para porte o tenencia, que portaba Jhon Didier, el mismo que no alcanzó a utilizar para defenderse de sus agresores.
Con estas evidencias encontradas por los funcionarios del CTI de la Fiscalía, estaba descartada la hipótesis de un asesinato por intento de robo.
La esposa de la víctima, quien a los pocos minutos llegó al sitio de los hechos, se preguntaba entre sollozos, "Oís, si no se le llevaron nada, entonces ¿por qué lo mataron, por qué?", se preguntaba Johana, la esposa de Jhon, la única persona que el dia de su muerte lloró amargamente la partida de su compañero sentimental, antes de viajar con el féretro rumbo al Valle del Cauca, a la ciudad de Tuluá, en donde había nacido hace 23 años.
Jhon Didier Manrique Rincón, de 23 años, era un desconocido en el lugar donde lo sicariaron, el hombre había nacido en la Villa de Céspedes el 19 de febrero de 1986.
Había llegado hace apenas dos días a la ciudad de Bucaramanga, junto a su mujer y se había hospedado en un hotel del centro de la ciudad y precisamente ese dia, fue a la casa de una amiga.
La Policía en Tuluá investiga la relación de este asesinato con la muerte violenta el pasado 3 de octubre de un hermano medio de Jhon Didier en el barrio Tomás Uribe Uribe.
El hecho último en mención se registró en la carrera 27 con calle 21, a un lado de la línea férrea.
En ese sitio, desconocidos acabaron con la vida de Dioney Calero Rincón, de 37 años, un fabricante de parasoles.
En los archivos de la Sijín de la Policía en Tuluá aparece un antecedente penal en contra de Jhon Didier Manrique, quien fue detenido por orden de la Fiscalía 15 Seccional el 17 de noviembre de 2.007, por el delito de porte y tráfico ilegal de armas de fuego. El miércoles en la noche en un vuelo comercial, procedente de la ciudad de Bucaramanga, fue trasladado a Tuluá el cadáver de este hombre, asesinado de seis disparos en esa ciudad sin que se conozcan aún los móviles ni los autores materiales de este crimen que enluta de nuevo a una familia tulueña
El Periódico
Hacia las 10:30 de la mañana del martes 13 de octubre, cuando la mayoría de niños en el barrio Cervunión de Bucaramanga se alistaban para darse un ‘chapuzón’ en el baño comunitario antes de irse al colegio, una ráfaga retumbó por entre las maltrechas casas de madera.
"Me tiré al piso y enseguida pensé en mi nietecito que había salido para el baño comunitario", relató un poco asustado un anciano.
Lo que no creía presenciar el señor Marcelino de tan solo 80 años de edad, cuando salió a la puerta de su casa, la número 30, fue un muerto, el primero en su largo trasegar, tal como el lo relato.
Bajo la sombra de un inmenso árbol de caracolí, boca arriba, muy cerca de una enorme piedra, estaba tendido el cuerpo del tulueño, Jhon Didier Manrique. Según una conocida de la víctima, él había llegado con su mujer a la ciudad y había salido a visitar a unos familiares cuando fue atacado por un antisocial.
Del homicida las autoridades tienen información de un hombre moreno, alto, quien huyó de lugar a bordo de un taxi. El sujeto se bajó en la Avenida Quebrada seca y se cambió la camisa.
En el levantamiento del cadáver, las autoridades le hallaron al tulueño en la pretina del pantalón, un revólver calibre 38 largo, que ni siquiera alcanzó a utilizar.
"Quién sabe por qué vendría hasta aquí, pero le ganaron de mano, porque en este barrio nadie lo conoce", comentó un habitante del sector.
Una gorra verde quedó a su lado derecho, mientras sus manos trataron de cubrir la cabeza, por donde entraron varios impactos de proyectiles. Debajo de la camisa blanca, una mancha roja comenzó a esparcirse con rapidez, hasta que tiñó la tierra y la prenda que portaba de manera impecable Jhon Didier. En uno de los bolsillos tenía los documentos y 37 mil pesos que llevaba; así como en el lado derecho ‘escondido’ en la pretina del pantalón, estaba un revólver con permiso para porte o tenencia, que portaba Jhon Didier, el mismo que no alcanzó a utilizar para defenderse de sus agresores.
Con estas evidencias encontradas por los funcionarios del CTI de la Fiscalía, estaba descartada la hipótesis de un asesinato por intento de robo.
La esposa de la víctima, quien a los pocos minutos llegó al sitio de los hechos, se preguntaba entre sollozos, "Oís, si no se le llevaron nada, entonces ¿por qué lo mataron, por qué?", se preguntaba Johana, la esposa de Jhon, la única persona que el dia de su muerte lloró amargamente la partida de su compañero sentimental, antes de viajar con el féretro rumbo al Valle del Cauca, a la ciudad de Tuluá, en donde había nacido hace 23 años.
Jhon Didier Manrique Rincón, de 23 años, era un desconocido en el lugar donde lo sicariaron, el hombre había nacido en la Villa de Céspedes el 19 de febrero de 1986.
Había llegado hace apenas dos días a la ciudad de Bucaramanga, junto a su mujer y se había hospedado en un hotel del centro de la ciudad y precisamente ese dia, fue a la casa de una amiga.
La Policía en Tuluá investiga la relación de este asesinato con la muerte violenta el pasado 3 de octubre de un hermano medio de Jhon Didier en el barrio Tomás Uribe Uribe.
El hecho último en mención se registró en la carrera 27 con calle 21, a un lado de la línea férrea.
En ese sitio, desconocidos acabaron con la vida de Dioney Calero Rincón, de 37 años, un fabricante de parasoles.
En los archivos de la Sijín de la Policía en Tuluá aparece un antecedente penal en contra de Jhon Didier Manrique, quien fue detenido por orden de la Fiscalía 15 Seccional el 17 de noviembre de 2.007, por el delito de porte y tráfico ilegal de armas de fuego. El miércoles en la noche en un vuelo comercial, procedente de la ciudad de Bucaramanga, fue trasladado a Tuluá el cadáver de este hombre, asesinado de seis disparos en esa ciudad sin que se conozcan aún los móviles ni los autores materiales de este crimen que enluta de nuevo a una familia tulueña
